Nos encontramos en mi casa, había invitado a un amigo, este había traído una mochila y un montón de papeles de su trabajo. No obstante yo le había invitado a pasar el día conociendo el pueblo y relajarse una tarde.
Al final del día,
ya de noche él quería irse a casa pero yo le invito a dormir en casa. –Aún
mejor- pienso yo, el piso que tiene alquilado mi hermano en la ciudad, es
amplio, moderno y esta vacío.
Entonces él se
marcha para allá, yo me quedo en casa con sus cosas. Cuándo me pongo a pensar
antes de dormir me acuerdo que para él, el día siguiente tenía que estar en pie
a las 6 para volver al trabajo y entonces necesitaría los papeles que trajo.
Los cojo, me meto
en el coche y me dirijo al piso de mi hermano.

Dejo el coche y
empiezo a andar, miro el reloj y quedaban tres horas para las 6, no era el
mejor momento para despertarle con sus cosas pero si lo dejaba para más
adelante sabía que yo iba dormirme.
Al entrar en el
edificio, me encuentro de nuevo en una nueva acera al pie de unos edificios de
ladrillo más pequeños, seguía siendo de noche pero había gente por la calle,
algunos saludaban, otros se limitaban a hacer ejercicio.
Entro en el primero
que veo, tengo su puerta de frente. Dentro había un pequeño pasillo con varias
puertas azules oscuras, las paredes eran de blanco sin ningún decorado.
Entro en la puerta
a mi derecha, dentro había tres niños, de pronto los reconocía, había ayudado a
su madre que se encontraba en la habitación de al lado. Ellos estaban jugando
con las pocas cosas que allí encontraban de color, estaban bien entretenidos.
Al ver que iba
bien, salgo de la habitación, cierro la puerta y entro en la puerta que estaba
pegada e esta habitación.
Estaban la madre,
un niño de 9 años y otra niña de unos 3 o cuatro. En el momento en el que
cierro la puerta suena una alarma.
Por la televisión
escuchamos el aviso a través de un reportero. Se ha liberado un virus de
contagio por el aire, este es altamente mortal y contagioso, afecta a las
personas alterando su sistema nervioso central, acelerándolo y entrando en un
estado de ansiedad fisiológica.
No podíamos ni tan
siquiera abrir la puerta, fuera estaba todo el aire infectado. La madre fue la
primera en alterarse, no poder ver cómo están sus hijos, tan cerca y no saber
le estaba atacando por dentro, al niño le entraban ganas de salir, empezaba a
sentirse atrapado, yo los retenía y agarraba por su seguridad.

El discurso sonó
tan inteligente que los tres nos quedamos alucinados mirando a la niña como si fuéramos
nosotros los bebes.
Al poco rato un
nuevo comunicado advirtió a la población de que la plaga había perdido su
fuerza.
FIN