Estoy con mi padre
alrededor de una mesa redonda sobre la que tenemos montones de colores,
pinturas y hojas de varios dibujos.
“Tengo que entregar
cuatro ideas en forma de dibujo para mañana, vamos ver que tenemos hecho”.
De entre los
papeles mi padre me enseña los que tienen algo, uno un dibujo largo y difícil a
medio hacer. Otro que solo tenía el fondo pintado. Otro, un retrato con solo
los ojos y las orejas pintadas. Había alguno bien hecho como el de una Harley
de color negro con un gran efecto de profundidad.
No tenía suficiente
material decente, mi padre se acercó y miro uno perdido, le hizo un trazo,
cuando lo miro había hecho un contorno gris pero era preciso como una
impresora, pese a que el dibujo en sí era el más infantil de todos.
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Salgo de casa y me
acerco a el lugar de trabajo de un compañero de estudios, era un hombre que
desde que empezó a trabajar no lo volví a ver, me sorprendió, estaba
entusiasmado hablando en una conferencia mientras recibía ciertos datos por un
ordenador. En el centro de la presentación se alzaba una pizarra separada en
cuadrados, cada cuadrado tendía a tener un color y tonalidad especial, era el
boceto en vivo y en óleo de su último proyecto.
En el ordenador
recibe la tabla de colores de un amigo personal suyo. La mira y salta del
ordenador, “Acaba de llegarme, esta es la idea que transformará esta empresa y
esta sociedad. Me acaba de pasar la tabla cromáticas de mi amigo Jorge, es
justo lo que buscaba, miren” Una tabla cromática personalizada hasta el extremo
dónde predominaban ciertas tonalidades como el rojo oscuro y el verde. “Esta
será la nueva revolución artística en las tablas cromáticas desde su creación”.
Con el anuncio el
resto de señores se marchan celebrarlo, con todo más calmado él me logra ver
entre el público.
“Cuánto tiempo
hombre” así empezó la conversación. Resultó extraño saludarle cuándo lleva un
traje verde oscuro cuya limpieza lo hace brillar.
Hablamos de
nuestras historias y al final me despido de él “Por cierto Felicidades por lo
bien que lo hiciste en las prácticas y lo bien que te va más allá de ellas”
dije.
A lo que respondió
mientras se marchaba al ordenador “Gracias, a ver si después de ellas volvemos
un día a pasarlo bien como antes, hasta la próxima”.
FIN