Una mujer bastante
guapa y yo caminamos en dirección a la ciudad, me puse a jugar con ella como si
fuera una niña y eso a ella le gustaba mucho.
Cuándo yo miraba
para ella no sabía si la estaba viendo a ella o su hija, la trataba como si
acabáramos de descubrir ayer los números.
En la ciudad nos
tranquilizamos más, ya había personas por la calle y casi llegábamos a su casa.
De su casa salió el
resto de la familia, su madre, su hermano y su hija. Tenemos que meternos todos
en el coche de la mujer para ir al centro, perdemos mucho tiempo, indecisos
sobre en qué lugar sentarse cada uno.
Yo me quedé para el
final porque no sabía, cuándo están todos dentro noto algo en el suelo, lo cojo
en la mano y ellos sueltan una expresión de asombro. Era una pistola, parecía
autentica pero yo ya notaba que era de las que disparan bolas.
“Qué pensabais que
me iba encontrar una de verdad, no me pondría a apuntaros así entonces”
mientras me reía con sus caras en la punta de mira.
Entonces llega un
coche de la calle y de pronto aparca a menos de medio metro del nuestro, yo me
aparto de un salto pero la pistola la dejo caer al suelo.
La pistola vuelve
quedar oscura, solo veía con el reflejo de la luz interior del coche.
De nuevo volví a
recoger la pistola antes de marchar al centro pero entonces pasó por mi cabeza
un pensamiento. “A que de alguna forma ahora sí que va a ser una pistola de
verdad”.
Apalpé el suelo y
noté dos objetos, con forma de dos pistolas, cogí una.
Dentro del coche
alucino, la que cogí tenía un cañón cilíndrico, pesaba muchísimo, le quité el
cargador. “Pero mira que balas, paren de un fusil, menudo calibre tienen que
tener”.
Al entrar en la
ciudad sin querer pasamos por un control policial. Asustado escondo la pistola
debajo de mi camiseta. Nos detienen el vehículo, abren las puertas y sentados
nos registran y cachean. La policía de mi lado encuentra mi pistola, al segundo
me la devuelve. Nos dejan marchar mientras yo miro boquiabierto la pistola.
“¿Pero cómo cojones
nos registran y ni me dicen nada, vosotros sabíais esto? Pero que chiste es
este de dejarme pasar armas, ¿qué tengo que llevar para que me detengan?”.
Paramos en una
tienda de chucherías, estaba destrozada, los cristales rotos, todo tipo de
chucherías tiradas por el suelo, una máquina de batidos abierta por la mitad
vertiendo un montón de azúcar pastoso, etc...
Dentro el jefe de
la policía estaba gritando y pegando al dueño.
“Pero que cojones
pasa aquí!” grito sin entender nada.
El agente me dice
“de este dueño se tenemos sospechas de que estaba haciendo algo malo” al
terminar sus palabras redobló esfuerzos con la porra sobre el hombre.
“Para! Para! Pero
que haces gilipollas, como se te ocurre venir aquí a destruirlo todo, tu crees
que así vamos solucionar las cosas” Entonces saco mi pistola y apunto a su
cabeza.
“Y si ahora yo
decido que tú eres el problema y te mato gilipollas”. A partir de ese instante todo lo que dije fue un grito de indignación. El agente miró hacia mí
dando su respuesta, “no tienes por qué hacerlo, aun así si yo fuese el problema
podrías hacerlo”.
“Pero sí que sois
gilipollas aquí, cómo coño crees que voy solucionar algo matando a todos los
que me traen un problema, no ves que no va a ningún lado, eso no es encontrar
una mísera solución, eso es quitarse de encima todo lo que no funciona,
deberíamos estar todos muertos para no darte problemas idiota”.
El agente no se
aparta, ni tiene miedo, tan solo repetía que lo puedo matar si el causase un
problemas. Lo peor fue ver cómo era capaz de creerse sus palabras. En un
momento se acerca y me dice “Deja la arma y pelea con los puños, ya veremos
quién tiene razón, el que no ya verás cómo aprende algo”
“Pero es que este
tío tiene que ser subnormal o algo, porque tan gilipollas!”.
Tiré mi pistola,
seguí insultándole y puse los puños en posición.
FIN
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