En un lugar apartado de la civilización me encontraba, por
algún motivo había sido expulsado del reino y debía permanecer exiliado en un
perdido pueblo. No obstante se acerco a la zona un regimiento con tambores y en
formación, me informan de que el control de reino ha cambiado, me han devuelto el
derecho a regresar, con una sonrisa en mi boca no me lo pienso, camino directo
a la ciudad, a los pocos metros un hombre me espera, era el consejero del
reino, era como el personaje de Varys en la saga Canción de Fuego y Hielo, -“como
estamos después de este tiempo, que tal se encuentra el reino, quienes ganaron
el control esta vez?”, de lo contento que estoy le doy un abrazo, con tal
ímpetu que lo levanto en el aire, para reírme un poco más, le empiezo a dar
vueltas en el aire. Su expresión cuando me acerque no cambiaba nada pero en el
momento que lo levanto deja de ser ese personaje, sin darme cuenta cuando estoy dando vueltas en el aire veo que
el pasa a ser una chica con el pelo largo y liso, con una figura esbelta,
sensual y vestida con un jersey azul. Yo sigo jugando con el abrazo, empiezo a
correr con ella en brazos, cuanto más me divertía, cuanto mejor me lo pasaba,
ella no solo se reía mucho más sino que incluso su cuerpo se transformaba
volviéndose más sexy aún.
De camino a la ciudad nos habíamos reído mucho, ella camina
conmigo ya con sus propias piernas, una vez pisó en la tierra sufría otra
transformación, su aspecto pasaba a destacar pos una cara suave y cariñosa,
aunque notaba un toque algo raro que no sabía reconocer. Acerco una mano a su mejilla,
la otra a acariciando su pelo para darle un beso, cuando nuestros labios se
frotan noto un extraño picor en el bordes de mis labios, como leves picos sobre
mi piel, cuando nos damos una pausa para mirarnos pienso en que era eso que
picaba, paso un dedo entre mi nariz y boca pensando que era mi barba de pocos
días, cuando me fijo en ella lo veo, ella también tenía una diminuta barba,
avergonzada y mirando al suelo me dice “ es que hacía meses que no me acicalaba
para un hombre, dame un momento, nos vemos en la ciudad “ marchó a su casa, yo
por mi lado acababa de llegar a la ciudad.
Contemplando el paisaje nuevo de la ciudad bajo el atardecer
que se marchaba, no sabía donde iría pero durante ese momento me conformaba con
contemplarla. En poco tiempo ella vuelve, con una sonrisa y su cara de dulzura,
con el nuevo contacto labial comprobé lo suave que podía resultar, repetidas
veces.
FIN
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