Estoy en una ciudad, la ciudad estaba situada en lo profundo
de un valle, creció como una brecha entre dos columnas de montañas, más allá de
estas había aun más montañas colocadas casi en paralelo como si ser repitiera
el patrón más allá de la vista.
Yo y un amigo nos encontrábamos luchando contra unas obras,
el señor más poderoso de la región había convencido a la población para su
proyecto, una gran muralla que recorría las montañas, construida de dura
piedra, alta y portentosa, se extendía por las montañas haciendo continuas eses
pronunciadas. El objetivo de esta muralla era aislar la población para que obligarles
a someterse por completo, nosotros dos teníamos unas capacidades
extraordinarias, cuando nos enfrentábamos a sus soldados les derrotábamos con
los puños o escapábamos planeando con nuestro cuerpo, no éramos capaces de
pararlo y los ciudadanos todavía no les importaba.
Cuando la muralla se termino vieron el problema, no había ni
una sola puerta, rodeados de piedra imposible de saltar estaban recluidos y
llenos de impotencia, obedecieron al nuevo tirano, pasaban a comer de su mano.
Yo planeaba sobre las calles apenado por la injusticia, yo podía hablar con el
señor, reclamarle en vano la libertad pero no podía enseñar a los ciudadanos a
volar.
FIN
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