27/04/15

Al filo de lo imposible

Entro a la casa de un conocido, un hombre de unos cuarenta años con el que tenía que hablar sobre algo. Me deja entrar y pasamos a hablar en la cocina, el estaba elaborando la cena en ese momento, la cocina es larga, tiene dos puertas, una en cada extremo de la pared larga que separa la cocina del pasillo principal.

Estamos hablando en un tono distendido hasta que escuchamos la puerta, se abre y cierra al segundo dejando un rastro de portazo. Un hombre entra caminando rápido en la cocina con un cuchillo de fibra de carbono, es un poco más viejo que el señor de la casa pero este tiene bastante más gastada la cara, está llena de largas arrugas y recubierta por un pelo canoso.

Ellos dos tenían algún choque del pasado, el intruso le grito, camino hacía el señor y realizo el primer movimiento de cuchillada, el señor lo esquiva, lanza un segundo, un tercero, todos esquivados con maestría. Entonces el señor aprovecha el último esquivo para correr a su habitación, sobre su cama tenía tendida una espada para defensa de la casa. La espada parecía como un cuchillo de restaurante, de acero en una pieza y con una hoja grande aunque no tenía casi anchura, al mirar la espada de frente no se podía apreciar la hoja.

Antes de que el intruso lo empezara a perseguir, el señor ya estaba de vuelta lanzándose sobre su enemigo con la espada, lanza un golpe y atraviesa con la hoja desde su cabeza hasta salir por torso, el intruso no es capaz de esquivar nada pero sigue en pie y intacto, el señor le corta un brazo, otros, lo intenta cortar por varios sitios pero la hoja parece que resulta ser tan fina que no llega  a notarse por donde pasa, durante un instante gira la espada extrañado buscando un ángulo en el que pueda ver el filo, durante un instante le logra distinguir una forma plana justo en el filo, antes de poder asimilarlo el intruso contra ataca, consigue librarse del golpe usando el mango como escudo, se gira a una esquina de la cocina y tira la espada dándola por inútil, cuando el intruso se le acerca de nuevo el agarra lo primero que ve, una barra de pan. En este instante entra otro hombre más joven que como yo, mira perplejo la escena.

El señor golpea en el hombro as intruso que se le abalanza, este al tocarlo se deshace convirtiéndose en harina, el intruso descolocado coge otra barra

y empiezan a golpearse por todas partes, sus cuerpos se iban derribando con sus propios golpes construyendo un montículo agitado de harina sobre el suelo de la cocina, de ese montículo seguían alzándose dos columnas de harina chocando entre sí, lo que queda de ellos de alguna forma sube a la mesa de la cocina arramplan con lo que se encuentran, se entremezclan con otra harina que reposaba allí. Con cada vez menos fuerza y tamaño van avanzando hasta tirar un plato con patas fritas en su interior, estas estaban tapadas a su vez con otro plato y por efecto de sus propios vapores estaban empapadas dentro, al derramarse el agua toda la harina se dejo de mover.


“Pero qué coño! “ dije yo al recapacitar, “qué sentido tiene esto? tu sabrías como explicarlo, como vamos decir que aquí han muerto dos personas y enseñar solo restos de harina? “.
 “Supongo que no nos creerían ni aún dándose cuenta de que constarán pronto como desaparecidos “me respondió.
“Yo no sé, tenemos que pensar algo, aunque no tenemos demasiada prisa la verdad, te apetece comer algo? Yo voy buscar algo sano que comer por aquí “.
“Bueno, déjame mirar haber que hay “.
Miraba las patatas fritas y no estaba dispuesta a comer esa basura, abrí un cajón, pastas (Nada, pensé), otro cajón más grande, cajas de galletas diminutas, las normales, las saladas, unas más tostadas, de sabores (No pienso abandonarme por esto), otro cajón alto, cervezas (No es lo que estoy buscando), miro los dos últimos, estaban repletos de botellas de alcohol mal colocadas y a medio uso, “todo esto no será lo que os sobro de la fiesta que anduvisteis montando el otro día no? Aquí no desperdiciáis nada “.


FIN

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