26/09/15

A por el siguiente nivel

Yo y un amigo nos acercamos a una plaza legendaria, era un lugar especial del que se habían dicho muchas cosas, tenía unas costumbres particulares y nunca antes habíamos ido.

La plaza era del tamaño de un campo de fútbol, rectangular también, en los bordes se había levantado una gran pared que hacía de muralla. Tenía una puerta en cada lado, eran altas, de hierro pintado de azul y siempre abiertas de par en par. En el medio a un lado había otra puerta, esta era metálica, como la de un ascensor grande.

Al entrar era un bullicio de gente por todas partes, no se entraba, era como un mercado popular masivo. Yo cruzo la plaza y a mi amigo lo pierdo de vista.

Llego al otro extremo y entonces llega la hora. Suena un timbre y todo el mundo desaloja, se llevan todo y no dejan ni un resto. Queda un vacío que solo llenamos yo y un par de chavales que como y lo estaban viendo por primera vez.

Ahora la puerta metálica estaba abierta, me acerco, dentro había otra sala y una nueva puerta metálica.

Entro por curiosidad y conmigo otro chaval que yo conozco, estamos dentro y no ocurre nada, pasa entonces otro chaval desorientado, le animamos a que entre.

Con los tres dentro la puerta abierta se cierra. Notamos como si estuviéramos en un enorme ascensor bajando. Yo miro arriba y aviso que el techo se está deformando, está aguantando tanta fuerza el ascensor que se comprime y a nosotros con él.

El techo se nos abalanza, los hierros y todo nos hace fuerza, yo me agacho y adopto una posición fuerte para resistir a lo que venga, ellos dos se vuelven claustrofóbicos, golpean a todo, se ponen histéricos y cuando ya casi no nos quedaba espacio para respirar el techo se vuelve blando y ellos escapan corriendo.

Yo me mantengo a la defensiva hasta que noto que la sala ha vuelto a su forma original, me levanto y veo la puerta que aún no se había abierto. Entro por ella un hombre vestido de blanco. “Acompáñeme a por su recompensa” dice señalando el lugar de dónde viene.

Dentro todo está pintado de blanco, el lugar estaba impoluto, noto que usan tecnologías desconocidas, todos allí parecían ricos viviendo como reyes. Al seguir a aquel hombre tengo que cruzar lo que parece un restaurante, un restaurante de alta clase con personas fuertes, no de constitución, sino de valor, valentía, eso transmitían. Al pensar noté la razón de recompensarme, había demostrado valentía en un momento crítico.


Llegamos ante el cocinero y este me da un plato lleno a reventar de champiñones fritos, “le acompañare al lugar dónde ha venido” dijo el guía.

Al volver hablo con el guía, me dice que lo que é hecho ha sido la primera prueba del valor, hay 10 pruebas diferentes, entonces te convertirás en alguien lo suficientemente valioso como para estar aquí.

Entonces fuera recupero a mi amigo perdido y nos lanzamos a pasar todas las pruebas.

Estoy en la seis ahora, mi amigo, un vecino y yo. El reto que nos marcaban era escapar de la plaza pero teníamos un duro perseguidor, una criatura antropomórfica que podía adaptar diferentes tamaños como si fuera de goma, era rapidísimo, su torso y cara no tenían un solo pelo pero tenían un permanente color azulado, la razón era que esa criatura mantenía su piel a menos 150 grados centígrados, su única obsesión era tocarnos.

Nuestra única arma era su punto fuerte, estaba a una temperatura bajísima pero no soportaba tocar algo caliente sin no era necesario. Nuestras únicas armas eran una pared que al empezar nos separaba, unos tubos de ventilación por los que intentaba entrar y un montón de pescado que llevábamos encima, los cogíamos y tupíamos los conductos con ellos, por no tocarlos daba la vuelta y buscaba otro conducto.

Corriendo me dirigía a la salida tapando conductos, al final tenía puntería y los lanzaba a distancia corriendo.

Cuándo estoy en la puerta de la salido veo mi amigo correr hacía mí, casi cerramos la puerta hasta que vemos algo que no esperábamos, vemos a mi vecino con la criatura al lado, la tenía atada, atada a sus partes viriles, el chaval tiraba de la cuerda como si intentara agarrar un toro, “Me has tocado y he perdido pero te vas a joder ahora, cabrón!”. Nosotros no sabíamos cómo hacer, la criatura aprovecho nuestro absurdo bloqueo y nos tocó. Pero volveríamos intentarlo.

Estamos ahora en la prueba nueve, la misma sala, mi amigo y yo esta vez un poco armados con navajas y cuerdas.

Al empezar ambas puertas se cierran, estamos encerrados, en el tejado se abren cuatro compuertas, de ellas se escuchan ruidos tenebrosos.

Saltan sobre nosotros unas criaturas oscuras, repletas de un moco, con pequeños tentáculos, además de las garras en sus brazos y piernas, su cabeza parecía un yelmo negro del que dejaba solo el hueco a dos ojos enormes y explanados.

La lucha fue una sangría, en total entraron nueve criaturas, les estuvimos cortando 
todo lo que podíamos, el combate fue un caos asqueroso, la sala como nosotros quedó negra, repleta de su sangre oscura, con heridas por todo el cuerpo pero aun con la navaja en el puño.

Al superar aquella prueba el guía volvió aparecer, nos invitó a entrar y disfrutar de las comodidades. Nos explicó que habían creado esta sociedad especial porque querían poder ofrecer los mejores recursos y tecnologías a la humanidad pero ellos creían en que esos avances solo debían ser dados a aquellos individuos más poderosos, aquellos cuyo valor sea alto, solo querían a los mejores.

Antes de acomodarnos le estuve preguntando al guía porque nos dejaban entrar si aún no habíamos superado el décimo nivel, ¿cuál era? ¿No había que hacerlo en la sala? Ninguna respuesta.

Comiendo en el restaurante empiezo a hablar con mi amigo a la vez que miro a las personas que allí comían. Al principio solo notaba su fuerza y rudeza pero cuánto más los observaba notaba un problema creciente. Había individuos maduros en los que se notaba fuerza y decisión pero otros, muchos otros, comían nerviosos, miraban el plato y parecían discutir con él, se llevaban las manos a la cabeza, notaba sus pensamientos. Entonces lo comprendí, habían superado las pruebas, habían hecho superado todas las pruebas pero no habían terminado de superar los remordimientos, después de ver y hacer locuras sangrientas, sentir la muerte tan cerca no es fácil y asestarla menos.


Entonces vi algo más, no solo sus mentes trastornadas, también vi el extremo del trastorno, unos hombres al final del restaurante, de lejos nadie lo diría pero de cerca noté sus caras, sus deficiencias mentales, sus locuras parecía que les había hasta deformado la cara.

Al discutir este hecho con mi amigo surge la solución, existe un décimo nivel, el último, si nadie sabe nada sobre el quizás es que no lo superaron, la auténtica prueba no es llegar aquí, si quedamos aquí terminaremos como ellos, superar el décimo nivel debe ser salir de aquí, demostrar que lo que somos va más allá de pasar una vida cómoda entre enfermos.

La solución era superar ese nivel, entonces volvemos decididos a la sala, allí solos busco en los botones la solución, la solución aparece ella sola.

La sala cierra sus puertas y nos introduce en un viaje, no nos movimos, no sé como pero abrimos los ojos de pie en el mismo lugar, pero ahora ya no había nadie, el restaurante vacío, polvo, arañas, las propias inclemencias del tiempo arrasaron con parte de la estructura, entonces lo sabemos, han pasado tres mil años.

Buscamos gente fuera y no hay nadie, revolvemos todo hasta que escuchamos algunos ruidos, lo entendemos ahora, por aquel lugar solo había aquellas criaturas del nivel nueve.

Nos volvemos a la sala, ahora nos han oído y nos persiguen, atravesamos la sala y cerramos sus puertas desde el restaurante. Desde el restaurante solo había esa salida y cuando lo comprobamos había un montón de esos seres encerrados en la sala.

No sabíamos cómo seguir y entonces el tiempo volvió a avanzar, otros tres mil años nada menos.

Ahora aún estaba más destruido todo, de hecho debíamos salir que las ruinas no nos dejan espacio, abrimos la sala y sin saber lo que hay detrás nos lanzamos con las navajas, están allí aquellas criaturas encerradas pero petrificadas, nosotros desconfiábamos, quizás ellas también habían podido viajar en el tiempo.

Cuándo les clavamos los cuchillos no respondían ni soltando sangre, excepto una que durante un instante se le iluminaron los ojos amarillos mirando hacia mí que le había lavado el cuchillo en su pecho.

Salimos a campo abierto, fuera no se nota que hubo civilización, largos campos, praderas y bosques. A partir de aquel momento vagamos por la zona. En aquella época vivamos con lo que encontrábamos y muchas veces volvíamos a viajar en el tiempo.

Tras varios viajes he historias el último viaje fue de mil años, cuándo despertamos estamos en una casa gigantes, era toda una aldea que había hecho una casa extensa para vivir todos allí. Los lugareños eran clásicos, eran antiguos aunque tenían una biblioteca con libros modernos, algún recuerdo extraño de otras épocas pero vivían de forma tradicional. Del campo, la ganadería y poco más.

Nos instalamos un tiempo allí hasta conocer a los lugareños, entonces en mi nace unas nuevas ganas de aventura, empiezo a pensar con los lugareños y mi amigo, después de tantas peripecias, lugares, momentos, criaturas y niveles, es este el punto final de nuestra vida, si valemos como personas todo lo que valemos vamos dejar nuestra vida en este pueblo alimentando vacas, no habrá algún lugar dónde podamos volver a superarnos, algún lugar dónde encontrar un nuevo reto, quizás lo siguiente por lo que podemos luchar sea la inmortalidad. Todos se ríen pero al rato reflexionan.

Ni yo ni mi amigo nunca nos esperamos que fuera posible vivir las cosas que vivimos, pero lo hicimos, si hay alguna forma de conseguirlo somos los adecuados para buscarlo.

A los pocos días el pueblo se volcó entre los que nos querían acompañar y los que se querían quedar, una mujer cuya decisión nos sorprendió fue la profesora, era experta en filosofía, la biblioteca era prácticamente solo para ella, en su rostro notamos algo raro pero no lo entendimos.

Nos reunimos todos en el horno, tras mucho tiempo era el lugar dónde se cocinaba el pan, dónde se hacían los viajes en el tiempo. Frente al horno estábamos mi amigo y yo hablando y mirando quien se apuntaba, hombres de familia, alguna mujer atrevida y algunos chavales, ahí estaba la discusión, los padres luchando por que no y ellos por que sí.

Entre mi amigo y yo reflexionamos sobre ellos, “después de vivir lo que vivimos tenemos un cuerpo joven y fuerte aún y habremos nacido hace miles de años, diez mil o por ahí, es increíble, las historias que hicimos y ahora nos unimos a unos compañeros que nunca han salido de su casa-poblado nada más que para sacar la vacas a pacer, es increíble pero el tiempo nunca se detiene”.

Justo mientras estábamos a punto de hacer el viaje en el tiempo, en el pueblo quedo en su biblioteca la profesora, uno de sus chavales, un chico que tiene la mayoría de edad pero se comporta aun como un niño que solo quiere jugar a sus historias, él se acerca a dejar un libro, la profesora se acerca a él, decidida le lanza indicadores de interés, se pone caliente frente al de forma más obvia imposible, el chico sigue pensando en sus fantasías y no se percata pese a tener sus tetas bloqueando el acceso a los libros, el chico como vino, se marchó.

La profesora decepcionada, se siente entonces como un trapo, como si no tuviera atractivo (Qué lo tenía). La profesora coge una manta y la moja con algo, coge un papel, le hace unas tiras rectangulares como las de un anuncio de alquilar un piso, se tumba sobre la manta y pone el papel sobre sus piernas cruzadas, lo moja y hace en la punta una pequeña bola, coge el mechero y le prende fuego, el líquido era inflamable y su cuerpo se rodea de llamas, empieza a gritar de dolor pero lucha por permanecer tumbada hasta que no puede luchar más.

FIN


19/09/15

Juegos Matematicos


Estábamos una amiga de la infancia, la profesara y yo caminando por el instituto.

Hoy es el día que empiezan las clases, nosotros tres fuimos los primeros en llegar, la profesora nos hace una guía por algunas clases nuevas y otras muy viejas.

Paramos en una en desuso, esta llevaba cerrada años, llena de polvo y telarañas, no tiene pupitres ni mesas, lo principal de la clase era su centro, había una estantería suspendida en el aire, sobre ella había montones de cajas con material escolar, fotos recuerdo y objetos olvidados, de entre las cosas que más me desconcertaron fue encontrar una caja llena de linternas sin usar.

Bajo la tabla que hacía de suelo para la estantería había colocadas un montón enorme de formas geométricas tridimensionales, cada una colgaba con un hilo, estaban colocadas en orden sin que ninguna tocara a las demás.

Pasamos largo rato sacando fotos de profesores y alumnos antiguos, pero lo que nos sorprendía eran la materia, “era una antigua clase de matemáticas” nos dijo la profesora, “todas las cosas que veis forman parte de juegos matemáticos, ese que estas mirando ahora es uno que intentaré haceros este nuevo año” señalando a mi compañera que miraba fijamente las formas geométricas.

“El problema que lanzamos sobre él es si sabrías como dividir el alto total de la figura imaginaria que abarca todas las colocadas”. Nos comenta la profesora.

La compañera mira pensativa, busca una forma entre las que encuentra en la primera fila y da con una grande y cubica. Entonces como si lo hiciera con la mente, adhiere a la pieza otra serie de piezas azules que recuerdan a la forma que tiene una división, una línea en ángulo de 90 grados y una forma semicircular recordando al resto.

“Muy bien, ya lo has resuelto, igual te vas a aburrir un poco en clase este año, ¿no habrás estado aprendiendo algo en las vacaciones?” Dice la profesora entusiasmada.

Mi compañera sigue mirando las formas sin decir nada, ni una mueca de alegría, yo miré las formas e intenté deducir que como lo había hecho, no tarde mucho. “Claro, coges la figura con el alto más grande y así la figura total nunca va a ser más alta que ella, entiendo”.

La profesora se limitó a asentir.

Nos movimos a otra sala, era un salón enorme y lago con un par de mesas enormes. 
Entonces el resto de compañeros va apareciendo, en cuestión de minutos la sala se llenó, en cuanto llegaban iban directos al fondo, todos tenían ganas de celebrar el año que iba empezar asaltando el enorme mueble bar del colegio.

Entre amigos y conocidos empezaron a servir licores, yo no tenía ninguna gana de alcohol entonces, cogí un vaso que me dieron con tanta pereza como los libros de clases que había sobre la mesa.

Entonces empezaron a beber, ahí observé las escenas que a mí alrededor transcurrían, un montón de actores aparecieron en escena, estaban bebiendo como nosotros pero ellos estaban en medio de una representación.

Iban vestidos como personas de finales de la edad media, representaban unas escenas en vivo de la serie de televisión Águila Roja, nos hizo mucha gracia cuando los oímos hablar, estaban hablando de política, lo supimos solo por oírles hablar del partido Compromís.

Pasamos un buen rato riéndonos de los problemas de la edad media.



FIN

12/09/15

El agua guardará el secreto

Somos tres personas dentro de una casa, estoy con dos hombres muy normales, no hablábamos más que de cosas normales pero de repente los tres nos iluminamos.

Sin saber si era parte de la realidad o de nuestra mente, de la puerta salió un brillo cada vez más potente, este brillo resulta ser un auténtico milagro, esa luz nos enseña tres visiones de una vida futura que podemos disfrutar.

En una de ellas se ve a un hombre sin cara correr por un campo de futbol a una velocidad de rayo, una velocidad prodigiosa que le hacía ser el mejor.


Otra visión era la de un hombre gordo, sin cara, con ropa de aficionado al futbol americano, sentado en un sofá viendo la televisión, absorto riéndose a carcajadas mientras come palomitas, aunque muchas de ellas no paren de caer por su enorme barriga.


La última era la de un pianista, sentado frete al instrumento, formando canciones preciosas sin despegar su mirada de las teclas y agitando su cuerpo a ritmo del compás.

Nos miramos los tres al unísono, teníamos que decidir entre los tres quien sería quien. 

No había dudas, uno de ellos siempre había añorado ser futbolista y el otro siempre le gustó la televisión.

La luz marcho y ahora nuestra ropa, nuestro cuerpo y capacidades habían cambiado.

Entonces vi un piano en el otro extremo de la habitación, me senté y toqué lo que salía para celebrarlo. Cuándo los otros dos lo iban oyendo sintieron que la música era preciosa, incluso más que eso, era poderosa, el efecto de las notas daba la sensación de estar subiendo y bajando en dirección a un sonido más alto, parecía que había creado una espiral de notas que siempre parecía crecer.

Esa noche ellos quedaron alucinados, demasiado.

Mientras tocaba me dejaron inconsciente, me intentaron llevar en un ataúd y cuando desperté salté del ataúd que aún no había sido enterrado.

Los que lo velaban se habían quedado incrédulos y no reaccionaron, nadie me pudo detener.

Salí de allí  busque por la ciudad, al momento me encontraba en un teatro al aire libre, en el escenario, el gordo americano sentado en su sofá y al lado el futbolista rápido en una silla normal, estaban haciendo unos coros simbólicos mientras mi melodía sonaba, la habían grabado y ese era su espectáculo.

Indignado subí al escenario por los camerinos, avance por el escenario hasta las cortinas que lo cubrían todo, ellos dos estaban apegados a ellas.

Entonces cojo al futbolista y arrastro su cabeza tras el velo, entonces saco lo mía y sigo cantando como si no estuviese pasando nada, lo que quería era que conociesen la cara de quien en realidad creo la melodía, quería que mi nombre fuese el autor y no esos farsantes.

La actuación se canceló y ellos me persiguieron, yo entonces buscaba el pergamino de la partitura, quería poner en el que yo había sido su creador, quería que fuese recordado así.

Entonces ellos me arrinconaron, me quitaron todo lo que escribía y concluyeron que había perdido, entonces cogí un vaso de agua e intente escribir mi recuerdo en el papel, al menos la verdad sobrevivirá oculta bajo la humedad del papel.



FIN

05/09/15

Museo-gasolinera

Camino por una calle de noche, hay gente por la calle porque son las fiestas en la ciudad, me paraba con chicas y amigos no tenía claro mi dirección.

La calle estaba repleta de comercios de todo tipo, en especial bares pijos e incluso una sala de meditación a través de técnicas orientales. Se podía ver todo desde fuera, todos tenían enormes cristaleras impolutas.

Entro en un bar donde me encuentro a dos amigos, estaban esperando en la barra a que los atendieran, me dicen que pida yo a ver si me hacen más caso. Cuándo me responden pido un trozo de pizza y un gofre, ellos sacan monedas y me ponen todas encima. Calculo como bien puedo y devuelvo las vueltas.

Estamos un rato pero yo pronto necesito salir, me tengo que ir para casa.

Cojo mi pequeño coche sin carne y voy por las carreteras secundarias en dirección a casa. Por el camino pienso en rellenar gasolina, tengo gasolina en casa pero fue comprada un poco más cara, me acuerdo de una gasolinera al lado del canal del regadío, allí me dirijo.

Es de día, no se ve a nadie en la gasolinera, deben estar dentro, decido entrar a encontrar algún encargado en el edificio que debía ser la tienda, no tenía publicidad y tenía la forma de una casa de dos pisos típica.

Abro puerta, noto que dentro es muy diferente, las paredes están bien pintadas con tonos crema, solo veo un corto pasillo y una entrada sin puertas a cada lado. Miro a la derecha y alucino, era como un museo de historia natural bellísimo, la sala que tenía delante era cuadrada y amplia, a lo largo de las cuatro paredes había expuestos bustos de madera, fotografías espectaculares e incluso alguna pantalla de alta definición reproduciendo un video, sin embargo lo más vello estaba en el centro, el centro de la sala tenía una área cuadrangular donde el techo terminaba en el sótano, tenía cuatro paredes por las que de alguna forma hacían creer que caía una cascada por sus cuatro lados, esta agua era hiperrealista y tras ella habían colocado pequeños leds de colores que iban recombinándose dando un aspecto mágico.

Di una vuelta por la sala y pase a la otra, en esta también se veían diferentes exposiciones, la más curiosa era la central, un especie de cañón antiguo cubierto por una enorme cristalera, frete a él había cinco chavalas en silencio mirando el aparato y sus móviles.

Yo cruzo la habitación mientras ellas se quedan atónitas mirándome, descubro en él una esquina una pequeña trampilla, levanté el brazo y tire de ella, cayó una diminuta escalera por la que subí, las chicas boquiabiertas no se habían atrevido a subir.

Arriba sin darme cuenta había llegado al sótano por encima del segundo piso, el suelo era de madera y era incómodo para caminar.

Al llegar al centro de la estancia se ve el suelo diferente, de repente del suelo solo veo el lugar que piso que se asienta en una viga de hierro, todo el resto del suelo se vuelve transparente, ahora estoy viendo las chicas y la cascada desde arriba. Una voz suena en la pantalla, como un vídeo promocional que empieza sin esperártelo. 

Era una mujer de pelo rubio con aspecto de presentadora de telediario, esta empieza a hablar de las propiedades e historia del lugar de esa casa reconvertida a museo-gasolinera.

Llegado a un momento en la historia habla de las propiedades lumínicas del lugar y su posición características, entonces el techo de dos aguas se abre como una ventana de par en par. Un fuertísimo rayo de luz se abre con él, el sol en lo alto del cielo irradiaba un brillo desmesurado, casi no podía mirar, me acercaba a una columna central tras la que ocultaba mis ojos al sol para poder mirar los rayos de luz.



FIN

01/09/15

Regalo furioso


En la puerta de mi casa un coche militar está aparcado, estamos alrededor de él, mi hermano, un vecino y yo. Nos habíamos propuesta arreglarlo y ponerlo a punto. Mi vecino se sube encima del tejado del coche, se tumba y abre el capo desde allí, nosotros dos nos agachamos e intentamos asegurar el vehículo para que no se mueva y para que no se dañe la carrocería decidimos traer piedras y cemento, casi sin darnos cuenta estamos construyendo una pared entre la rueda de adelante y la de atrás, solo dejamos las propias ruedas a la vista, mientras la vamos construyendo al llegar a la altura del cristal de la puerta el vecino termina de mirar lo suyo, se gira hacía nosotros y desde el tejado del vehículo nos dice que hacemos algo mal, toca con un par de dedos la pared y cae enterita.

El vecino se baja del vehículo con algo en sus manos, decía que era un regalo de alguien, era una diminuta cría de dragón rojo que reposaba dormido en sus brazos, al acercarnos a curiosear la criatura despertó, al abrir los ojos levantó el cuello, de repente su cabeza y cuello se transforman en una serpiente que espalma sus escamas, silba y nos enseña sus dientes con cara de furia.



FIN