01/02/16

El bebe


Nos encontramos en mi casa, había invitado a un amigo, este había traído una mochila y un montón de papeles de su trabajo. No obstante yo le había invitado a pasar el día conociendo el pueblo y relajarse una tarde.

Al final del día, ya de noche él quería irse a casa pero yo le invito a dormir en casa. –Aún mejor- pienso yo, el piso que tiene alquilado mi hermano en la ciudad, es amplio, moderno y esta vacío.

Entonces él se marcha para allá, yo me quedo en casa con sus cosas. Cuándo me pongo a pensar antes de dormir me acuerdo que para él, el día siguiente tenía que estar en pie a las 6 para volver al trabajo y entonces necesitaría los papeles que trajo.

Los cojo, me meto en el coche y me dirijo al piso de mi hermano.

La ciudad estaba vacía, no había tan siquiera un animal deambulando. La calle en la que estaba el piso era una de nueva construcción, con calles anchísimas, llenas de edificios recubiertos con grandes chapas de acero. La acera incluso también tenía partes de acero, todo el vecindario brillaba con las luces del coche.

Dejo el coche y empiezo a andar, miro el reloj y quedaban tres horas para las 6, no era el mejor momento para despertarle con sus cosas pero si lo dejaba para más adelante sabía que yo iba dormirme.

Al entrar en el edificio, me encuentro de nuevo en una nueva acera al pie de unos edificios de ladrillo más pequeños, seguía siendo de noche pero había gente por la calle, algunos saludaban, otros se limitaban a hacer ejercicio.

Entro en el primero que veo, tengo su puerta de frente. Dentro había un pequeño pasillo con varias puertas azules oscuras, las paredes eran de blanco sin ningún decorado.

Entro en la puerta a mi derecha, dentro había tres niños, de pronto los reconocía, había ayudado a su madre que se encontraba en la habitación de al lado. Ellos estaban jugando con las pocas cosas que allí encontraban de color, estaban bien entretenidos.

Al ver que iba bien, salgo de la habitación, cierro la puerta y entro en la puerta que estaba pegada e esta habitación.

Estaban la madre, un niño de 9 años y otra niña de unos 3 o cuatro. En el momento en el que cierro la puerta suena una alarma.

Por la televisión escuchamos el aviso a través de un reportero. Se ha liberado un virus de contagio por el aire, este es altamente mortal y contagioso, afecta a las personas alterando su sistema nervioso central, acelerándolo y entrando en un estado de ansiedad fisiológica.

No podíamos ni tan siquiera abrir la puerta, fuera estaba todo el aire infectado. La madre fue la primera en alterarse, no poder ver cómo están sus hijos, tan cerca y no saber le estaba atacando por dentro, al niño le entraban ganas de salir, empezaba a sentirse atrapado, yo los retenía y agarraba por su seguridad.

Hubo un momento de máxima tensión que desembocó en un aparatoso forcejeo sobre la madre y su hijo, sin embargo la niña, toda tranquila jugaba con una serpiente de rubik. La niña habló, dijo una serie de frases acerca de la plaga en un tono muy inteligente, dijo que la plaga era parte de un experimento militar cuyas consecuencias tendrían previstas, en el momento que decidan hacerlo, el virus remitirá en sus efectos y volveremos al estado previo.

El discurso sonó tan inteligente que los tres nos quedamos alucinados mirando a la niña como si fuéramos nosotros los bebes.

Al poco rato un nuevo comunicado advirtió a la población de que la plaga había perdido su fuerza.


FIN

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